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Nuevas formas de ser

World Vision
Apr 13, 2020 3:46:14 PM

Por Harold Segura - Director de Fe y Desarrollo de World Vision Latinoamérica y El Caribe

Esto que voy a decir pudiera sonar algo extraño: Dios tiene poder y este incluye, obviamente el poder para hablarnos. Pero, su poder no es como el de muchos seres humanos: arrogante y soberbio. Si Él quiere decirnos algo, no nos lo impone, sino que nos lo propone. Él respeta nuestra voluntad.

Desde el libro de Génesis, el primero de la Biblia, se hace evidente este principio. En esa narración extraordinaria de la Creación Dios les dice a Adán y Eva: “Puedes comer del fruto de todos los árboles que hay en el jardín, excepto del árbol del bien y del mal. No comas del fruto de ese árbol, porque el día en que comas de él, tendrás que morir. (Génesis 2:16-17). Algunas teologías cristianas han llamado a este principio el libre albedrío. Pues bien, Dios limita su libertad a favor de la nuestra. En ocasiones nos da un mensaje y nos lo repite. Su voz nos llega por medio de la vida, de los asuntos más simples y cotidianos, en medio de nuestras tareas y a través de las personas que nos rodean o de los acontecimientos que vivimos.

En ese orden de ideas es que pienso que la pandemia que estamos viviendo—y que esperamos superar con valor, responsabilidad y solidaridad—podría ser un espacio oportuno para escuchar la voz de Dios, quien es el Misterio Insondable de la Vida. Quizá nos ha estado tratando de decir algo desde hace un tiempo, pero por nuestros afanes de cada día, por las prisas del trabajo, los correos sin responder, el bullicio de las redes sociales y otras tantas cosas que nos ocupan, no hemos reconocido su voz o no le hemos prestado atención. Hemos corrido muy rápido. Queríamos seguir corriendo, pero la pandemia nos detuvo. Y aquí, encerrados, amenazados y con temor, aparece la oportunidad de escucharnos a nosotros mismos, a los demás y a Dios. Escuchar la voz de la vida para nuestro propio bien y el de los demás.

Permítanme escribir en este espacio unas tres líneas del Evangelio de Lucas en el que se nos cuenta el encuentro de Jesús con un religioso estricto llamado Simón. El encuentro ocurrió en la casa de este hombre. “Entonces Jesús se dirigió a él y le dijo: Simón, quiero decirte una cosa. Simón le contestó: Dime, Maestro”. (Lucas 7:40). ¿Escucharon bien?: “Simón, quiero decirte una cosa”. ¿Qué tal si en lugar de Simón, ponemos nuestro propio nombre? Claudia, Carmen, Jorge, Harold, quiero decirte una cosa. En este tiempo en el que todos nuestros ritmos de vida han cambiado de manera obligada, el Señor quiere decirnos una cosa, o más. A lo mejor también tu esposo o esposa, los amigos, los hijos e hijas quieren decirte algo. La vida misma nos está llamando y ésta puede ser la oportunidad para escuchar.

Una maestra y capellán en hospitales de los Estados Unidos escribió por estos días una poesía que se ha divulgado masivamente, la que dice:

      Y la gente se quedó en casa.
      Y leyó libros y escuchó.
      Y descansó y se ejercitó.
      E hizo arte y jugó.
      Y aprendió nuevas formas de ser. (Kitty O’Meara).

Pues bien, para aprender nuevas formas de ser necesitamos escucharnos a nosotros mismos, a los demás y, sobre todo, a Dios, el Señor de la Vida. Esta es la oportunidad.

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