El día que Santiago, de 17 años, conoció Quito, lo primero que sintió fue frío. No solo por el clima andino, sino por la distancia emocional de dejar atrás su hogar en Venezuela, un lugar de sol y calor familiar. Junto a sus padres y dos hermanos, buscaban un lugar donde empezar de nuevo. Ese lugar lo encontraron en Portoviejo, Manabí, una ciudad cercana al mar que pronto se convirtió en su nuevo hogar.
En su proceso de adaptación, Santiago visitó una feria de emprendimientos donde conoció a World Vision. “Siempre fui curioso por aprender, aunque me costaba hacer amigos”, recuerda. “Ese día, Jordan, del equipo técnico, me invitó a ser parte de una red juvenil. Sentí que era la oportunidad perfecta para conocer a más personas de mi edad. Acepté sin pensarlo”.
Su constancia lo llevó, en 2024, a ser uno de los fundadores de la Red Jóvenes Sin Fronteras, una iniciativa impulsada por el proyecto Esperanza Sin Fronteras que promueve la participación y el empoderamiento de adolescentes y jóvenes en situación de movilidad humana y de comunidades de acogida.
“Desde este espacio pasé de ser un participante tímido a convertirme en un referente para otros jóvenes. Lidero talleres sobre cambio climático, derechos humanos y migración, desde donde quiero inspirar y organizar a otros jóvenes. Mi voz, antes reservada, ahora resuena con convicción y empatía”, cuenta Santiago.
Gracias a su liderazgo, ha construido puentes entre jóvenes ecuatorianos y migrantes, promoviendo la inclusión y el diálogo. Su compromiso lo llevó también a ser elegido vicepresidente del consejo estudiantil de su colegio, donde impulsa iniciativas de convivencia y acompañamiento entre pares. Además, ejerce el cargo de primer vocal de Jóvenes Sin Fronteras, fortaleciendo la articulación con otras organizaciones juveniles locales y nacionales.
“Lo que comenzó como un proceso de adaptación se convirtió en mi camino de empoderamiento”, dice Santiago con orgullo. “Aprendí a liderar con propósito y a acompañar a otros en sus propios procesos. Ese, sin duda, es mi mayor logro”.
Y concluye con un mensaje que refleja el espíritu del proyecto Esperanza Sin Fronteras:
“Nosotros podemos ser protagonistas del cambio. Migrar me enseñó que todos podemos empezar de nuevo; lo importante no es de dónde venimos, sino qué hacemos con las oportunidades que encontramos”.
La Red Jóvenes Sin Fronteras está integrada por 20 adolescentes y jóvenes en situación de movilidad humana y población de acogida de Portoviejo. Gracias al acompañamiento del proyecto Esperanza Sin Fronteras, esta red ha fortalecido sus capacidades de liderazgo, participación e incidencia, consolidándose como un referente local en la promoción de los derechos humanos, la convivencia y la inclusión social. Desde octubre de 2024, los integrantes han participado en más de 15 espacios formativos y 6 iniciativas comunitarias, llegando de manera directa a más de 350 niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultos a través de foros, ferias y jornadas de sensibilización.
Entre sus principales logros destacan la organización del Foro “Jóvenes que Dejan Huellas 2.0”, la jornada “Juventud Libre y Emprendedora” y su participación activa en las ferias “Niñez Libre de Violencia” impulsadas por la Alcaldía de Portoviejo, donde promovieron mensajes de respeto, integración y no discriminación.
A través de su voz y liderazgo, Esperanza Sin Fronteras demuestra que invertir en juventud es abrir caminos hacia una sociedad más empática, consciente y sin fronteras.
Santiago junto a su madre Margus recibiendo su nombramiento como vicepresidente del consejo estudiantil de su colegio.