En la tranquila localidad de Latacunga, a cuatro horas de distancia de Tena, un hombre llamado Nelson se prepara cada domingo para su largo viaje hacia un rincón apartado de la Amazonía ecuatoriana. Su destino es la escuela rural de Campanacocha, donde dedica su vida a enseñar y cambiar la realidad de los niños y niñas de la región. Profesor de sexto de básica, Nelson es un hombre de gran vocación, quien enseña todas las materias a sus estudiantes con un compromiso que va más allá de lo educativo.
Tras su viaje de cuatro horas atravesando la selva, Nelson está al servicio de su comunidad estudiantil. Durante la semana, su vida transcurre entre clases, tareas y proyectos, pero lo que más destaca de él es la manera en que ha decidido hacer de la escuela su hogar. En lugar de esperar las comodidades de una ciudad, ha adaptado un espacio vacío de la escuela para vivir de manera temporal. Su sacrificio personal refleja el amor por su trabajo, pero también la ardua realidad de las zonas rurales más alejadas, donde la falta de infraestructura y recursos es una constante.
“Los profesores no quieren venir aquí porque la Amazonía es un lugar muy apartado, con muchas dificultades en acceso a servicios básicos. La distancia y la falta de agua segura son algunos de los problemas más grandes que enfrentamos. Pero es mi responsabilidad, como maestro, estar aquí para mis estudiantes. Ellos necesitan alguien que se quede”, explica Nelson.
Uno de los principales desafíos de la escuela donde trabaja Nelson es el acceso al agua. En la Amazonía ecuatoriana, 8 de cada 10 familias no tienen acceso a agua segura para consumo, lo que pone en riesgo la salud y el bienestar de los niños y niñas que asisten a la escuela. La situación de Campanacocha no es diferente, y por muchos años, los estudiantes han tenido que lidiar con la escasez de agua para higiene y consumo.
Pero la esperanza llegó a través del apoyo de World Vision Ecuador. Como parte de sus iniciativas en la Amazonía, la organización instaló un sistema que captura el agua del río, la filtra y la distribuye en la escuela, asegurando que los niños y niñas tengan acceso a agua potable y puedan practicar hábitos de higiene adecuados. Además, se implementaron filtros de agua para el consumo humano. Un siguiente paso en la mejora de las condiciones será la dotación de infraestructura sanitaria para los estudiantes, un proyecto que Nelson recibe con entusiasmo, ya que sabe que esto cambiará las condiciones de vida y de aprendizaje en la escuela.
“Cuando vi que World Vision instalaba los sistemas de agua, me sentí aliviado. Los niños ahora pueden lavarse las manos después del receso, y yo estoy tranquilo de que tienen agua para beber. Esto es algo que nunca pensé que podría suceder aquí”, comenta Nelson.
Cada 24 de enero, Día Mundial de la Educación, es una fecha que nos recuerda la importancia de la educación de calidad, y también nos invita a reflexionar sobre las barreras que enfrentan muchos docentes y estudiantes, especialmente en áreas rurales y remotas. El sacrificio de Nelson es un claro ejemplo de cómo el compromiso de los educadores puede transformar la vida de niñas y niños, incluso en lugares donde las dificultades son muchas.
Nelson sigue su camino con la esperanza de ver un futuro mejor para sus estudiantes. Su historia es un testimonio de resiliencia, de esfuerzo y de amor por la educación, y también es un recordatorio de que, a pesar de las dificultades, siempre hay un rayo de esperanza que puede iluminar el camino hacia un mañana mejor.
Nelson con su dedicación y World Vision Ecuador con su apoyo, permiten que Aylis, Magui, Ronald y más de 150 las niñas y niños de Campanacocha tengan ahora mejores condiciones para aprender y crecer, construyendo una esperanza que va más allá de las aulas. En la Amazonía, el acceso a la educación y al agua segura son derechos fundamentales que, con esfuerzo y colaboración, pueden ser alcanzados. Y Nelson, con su incansable trabajo, es un faro de esa esperanza.