En Ecuador y América Latina, internet se ha convertido en una extensión de la vida diaria: estudio, amistad, entretenimiento. Sin embargo, también se ha transformado en un espacio donde niñas y adolescentes enfrentan una de las formas de violencia de género que más crece: la violencia digital.
Es cualquier acción que utilice medios digitales —redes sociales, mensajería, correos, foros— para controlar, humillar, amenazar, manipular o agredir a una persona, especialmente a mujeres y niñas. Esto incluye:
Acoso en línea (mensajes no deseados, intimidación)
Sextorsión (chantaje a un menor de edad con imágenes sexuales o de desnudos del menor)
Doxing (difusión de datos personales)
Deepfakes sexuales (crear contenido no consensuado de naturaleza sexual con rostros de personas)
Grooming (adultos que engañan a niños menores de edad con fines de abuso sexual)
Discurso de odio por razones de género (discurso ofensivo dirigido a un grupo o individuo y que se basa en características inherentes)
El 59% de las mujeres ha sufrido acoso sexual digital y el 70% de las víctimas tiene entre 18 y 30 años. El daño va más allá de la pantalla: afecta la autoestima, genera miedo, ansiedad, e incluso puede llevar al aislamiento o abandono escolar. (ONU mujeres)
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Porque la violencia digital muchas veces inicia o se detecta en el hogar, cuando una niña presenta incomodidad al usar positivos electrónicos como el celular o computadora, deja de participar en clases virtuales, o cambia su comportamiento.
Como madres, padres o cuidadores, tenemos un rol clave para prevenirla:
Escuchar sin juzgar
Acompañar sin invadir
Educar en el uso responsable de la tecnología
Validar lo que sienten nuestras hijas cuando denuncian acoso o humillaciones digitales
La Encuesta “Tu voz, tus derechos” en Ecuador reveló que solo el 1,2% de estudiantes conoce bien los protocolos ante situaciones de violencia escolar o digital. Esto refleja la urgencia de hablar de estos temas con claridad y empatía.
Habla sobre los riesgos de internet sin miedo ni tabúes.
Acompaña el uso de redes sociales sin espiar ni controlar.
Crea acuerdos sobre qué se puede compartir y qué no.
Conversa sobre el respeto en línea como un valor familiar.
No minimices lo que ocurre en lo digital: todo deja huella.
El 25 de noviembre es un recordatorio de que todas las niñas tienen derecho a crecer sin miedo, también en el mundo digital. Como adultos, tenemos la responsabilidad de enseñar con el ejemplo, escuchar sin prejuicios y formar redes donde ninguna niña esté sola, ni en casa ni en internet.
Porque una niña protegida en línea es una mujer libre mañana.
Y estar conectadas sin violencia, es un derecho, no una opción.