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El autoconcepto y la autoestima como variables en el proceso de aprendizaje

Escrito por World Vision Ecuador | Dec 10, 2021 1:00:00 PM

El autoconcepto y la autoestima se pueden considerar dos de las variables más importantes dentro de la personalidad, desde una perspectiva de amor propio, así como un motor de motivación interior. Esto quiere decir que si una niña o niño se ve a sí mismo como valiente, fuerte y capaz; esto, además de incrementar su autoestima, será un factor interno que le mueva a lograr las acciones que se proponga.

En este artículo aprenderás cómo influye la autoestima y el autoconcepto de cada niña o niño en el proceso de aprendizaje, además de algunos factores que pueden afectarlos de forma negativa.

¿Qué es la autoestima y el autoconcepto?

Según lo que nos comparte el portal Educrea, el aprendizaje tiene influencia de tres factores:

  1. El poder aprender: relacionado a la inteligencia, aptitudes, destrezas, habilidades y estrategias de aprendizaje.
  2. El querer aprender: la motivación interna hacia conocer cosas nuevas
  3. El modo de ser para aprender: es la personalidad

En artículos anteriores, abordamos el poder aprender a través de los estilos de aprendizaje y los tipos de inteligencias; además de la motivación en relación al aprendizaje. Por ello, la variable de la que aprenderás hoy es la personalidad, específicamente la influencia del autoconcepto y la autoestima en relación al aprendizaje.

Guía Infantil define la personalidad como el conjunto de cualidades psicológicas y físicas de cada niña o niño y el modo que tiene de reaccionar ante el ambiente que le rodea. Es la forma que cada uno tiene de pensar, relacionarse, actuar o ver la vida. Dentro de la personalidad podemos encontrar tres elementos que marcan rasgos particulares en cada persona y que hace que todas y todos seamos tan únicos: nuestra visión del mundo, nuestro estilo de vida y nuestra autoimagen o autoconcepto.

Diferencia entre autoconcepto y autoestima

Tal vez puedas confundirte al pensar que estos dos conceptos son lo mismo, si bien están relacionados porque forman parte de la personalidad, el autoconcepto es la imagen que la niña o niño tiene de sí mismo. Esta autoimagen se conforma desde las experiencias propias (por ejemplo lo que el niño mira en sí), así como desde la influencia del ambiente, retroalimentación y refuerzo de personas significativas en su entorno (lo que su familia dice del niño por ejemplo). Mientras la autoestima es el valor y la importancia que una niña o niño se da a sí mismo y es la suma entre el autoconcepto y la forma en la que niñas y niños se relacionan con su familia, amigos, entre otros.

Si quieres profundizar más sobre la personalidad infantil, te invitamos a mirar este video: 

Relación entre autoestima, autoconcepto y aprendizaje

El portal Psicología y Mente afirma que estos tres conceptos pueden relacionarse de tres maneras, influyendo positiva o negativamente en el proceso de aprendizaje y rendimiento académico:

  1. Relación 1: El rendimiento determina el autoconcepto. La valoración que realizan las personas significativas más cercanas de la niña o niño, como madres y padres, influyen en gran medida como la niña o niño se ve a sí mismo en su rol de estudiante.
  2. Relación 2: Los niveles del autoconcepto son los que determinan el rendimiento académico. La niña o niño se esfuerza por mantener su autoconcepto, adaptando su rendimiento a aquel, por ejemplo en lo referente a la dificultad de las tareas y el esfuerzo invertido en ellas.
  3. Relación 3: Autoconcepto y rendimiento académico se influyen mutuamente. Esta relación explica que si se afecta un factor, el otro también cambia. Por ejemplo, si un niño modifica su autoconcepto sobre su nivel estudiantil, su rendimiento también se verá afectado.

Factores que afectan la autoestima y el autoconcepto

A partir de los cinco o seis años de edad, las niñas y niños comienzan a formar el concepto sobre cómo son vistos por el resto de la gente y por ellos mismos, algunos factores que influyen en el proceso son la familia, la sociedad, las experiencias, entre otros. Es importante que conozcas que hay tres grandes factores que pueden afectar la autoestima y el autoconcepto, te explicaremos de qué forma influye cada una para que como madre o padre puedas desarrollarlo de forma positiva en tus hijas e hijos:

1. Elementos externos:

  • La familia

El entorno familiar es el primer contexto social de niñas y niños. A partir de todo lo observado, escuchado y vivido dentro de la familia, una niña o niño forma su percepción de ser humano. De esta forma, la familia es el primer factor que influye en la formación de una autoestima y autoconcepto sólido y fuerte.

  • La sociedad

También influye en el nivel de autoestima de niñas y niños, y esto sucede a través de la retroalimentación, los comentarios y las percepciones que tienen otras personas sobre el niño. La sociedad tiene un nivel de impacto en mayor o menor grado, por ejemplo una niña con autoestima equilibrada aceptará ciertas conductas o imposiciones solo si estos van de acuerdo con lo que siente y piensa. Por el contrario, un niño con baja autoestima tratará de cumplir todas las normas e imposiciones por tratar de ser aceptados y evitar a toda costa el rechazo de los demás.

2. Pensamientos distorsionados

Los pensamientos distorsionados parten de los esquemas con los que cada persona cuenta y a través de los cuales interpreta el mundo, en este caso de forma negativa. Dichas interpretaciones son subjetivas y pueden conllevar a problemas de autoestima si es que como padre o madre no las trabajamos a tiempo a través de la reafirmación diaria de los aspectos positivos de la niña, niño o adolescentes y de la motivación.

Te presentamos 6 distorsiones que niñas y niños suelen hacer y que pueden afectar su autoestima:

  1. Abstracción selectiva: sucede cuando un niño o niña saca una conclusión general de una característica única sin tener en cuenta una visión más amplia y omitiendo cualquier cosa positiva. Decir por ejemplo: “soy malo en deportes” por no tener habilidades para jugar baloncesto.
  2. Sesgo de confirmación: sucede cuando una niña o niño interpreta lo que le ocurre de tal forma que confirma lo que piensa sobre sí mismo. Por ejemplo: “Reprobé el examen por segunda vez, es verdad que nunca voy a ser bueno para matemáticas”.
  3. Personalización: aparece cuando la niña o niño piensa que todo lo que ocurre o lo que las personas hacen o dicen tiene que ver con ellos. Por ejemplo: “Mi mamá está muy silenciosa hoy, seguro está enojada conmigo”.
  4. Inferencia arbitraria: sucede cuando una niña o niño da por hecho suposiciones propias para las cuales no tiene ninguna evidencia. Por ejemplo: “Seguro mi papá está pensando que hice el ridículo hoy en la presentación de la escuela”.
  5. Pensamiento polarizado: La niña o niño se valora desde los extremos y no tiene en cuenta ni las excepciones ni la escala de grados intermedios. Por ejemplo: “Siempre me equivoco”, “nunca hago las cosas bien”, “no me quieres”.
  6. Sobregeneralización: ocurre cuando una niña o niño piensa que si algo le ocurrió una vez, siempre le va a suceder lo mismo. Por ejemplo: “Reprobé el examen de lengua, siempre lo voy a reprobar durante la escuela”.

3. Conductas inapropiadas

Las conductas disruptivas son un desajuste en el desarrollo evolutivo de la niña o niño, ya que impiden crear y mantener relaciones sociales saludables con sus iguales y con los adultos. Detrás de una conducta que no es apropiada suele haber factores psicológicos que la desencadenan, como baja autoestima. Por ello, estas respuestas son tácticas adquiridas o aprendidas para provocar a madres, padres y llamar su atención.

A continuación, el portal Educación Tres Punto Cero nos comparte 3 recomendaciones para trabajar estas conductas que si no desaparecen en la infancia, pueden convertirse en un problema durante el crecimiento y la socialización:

  1. Autocontrol de adulto: entender que las conductas intentan provocar enfado en los demás, por tanto, no te dejes manipular, no entres en discusiones, mantén la calma y no levantes el tono de voz. Trata de hablar suave, no demasiado cerca y nunca reteniendo o agarrando. Si no subes el tono de voz, fomentará que la niña o niño no lo haga. Puedes ser contundente sin sonar de forma agresiva. Es recomendable que el niño perciba seguridad en el adulto que le impone las medidas correctoras con un tono firme pero no amenazante.
  2. Responder a las conductas agresivas: cuando ocurra o se desencadene una conducta agresiva, hay que responder, pero no reaccionar de forma desproporcionada. Es bueno aislarlo para que no tenga público. Cuando se haya calmado, hablar con la niña o niño manteniendo contacto visual, evitar entrar en su juego o en argumentaciones. La madre o padre son figuras de autoridad, eso no es discutible, por ello no debes tratar de quedar por encima, ni humillar, ni entrar en discusiones. Deja claro lo que buscas, cuáles son las normas y las consecuencias de incumplirlas.
  3. Puedes reducir las conductas disruptivas verbalizando expectativas positivas: marca lo que esperas de la niña o el niño ayuda mucho. Usa además el refuerzo positivo.

Conclusión

La autoestima de una niña o niño es parte de los rasgos que definen su personalidad, así como la imagen que tiene de sí mismo. Esto sin duda, se relaciona con el proceso de aprendizaje y con todos los aspectos de crecimiento de los niños. Por ello es importante que como padre, madre o cuidador puedas manejas y desarrollar algunos aspectos o factores que pueden afectar las percepciones de tu hija o hijo sobre sí mismo, así como la forma en la que se posiciona dentro de su mundo familiar. No hay nada más valioso que demostrar afecto, cariño y reforzar el vínculo todos los días. Esto sin duda motivará a la niña o niño a establecerse metas más altas de aprendizaje y desarrollo.

¿Te gustaría motivar a más niñas y niños en su aprendizaje? Súmate como Héroe Naranja para juntos hacerlo realidad.