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El poder del apoyo comunitario en la lactancia materna para prevenir la desnutrición crónica infantil

Escrito por Génesis Castillo | Aug 5, 2025 3:37:48 PM

Una experiencia exitosa en los cantones Colta, Guamote y Alausí, provincia de Chimborazo. 

La desnutrición crónica infantil (DCI) continúa siendo uno de los desafíos más urgentes de salud pública en Ecuador, especialmente en zonas rurales como la provincia de Chimborazo, donde alcanza cifras alarmantes del 40,1 % (ENDI 2024). Frente a esta realidad, la promoción de la lactancia materna, como una de las estrategias más efectivas para prevenir la DCI ha cobrado fuerza, especialmente cuando es impulsada desde un enfoque comunitario. 

Diversos estudios científicos han demostrado que la lactancia materna exclusiva durante los primeros seis meses de vida reduce significativamente el riesgo de desnutrición crónica, enfermedades infecciosas y mortalidad infantil. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), si todas las niñas y niños fueran amamantados de forma exclusiva durante los primeros seis meses y continuaran con lactancia complementaria hasta los dos años o más, se podrían prevenir más de 800.000 muertes infantiles al año. La leche materna no solo proporciona todos los nutrientes esenciales para el desarrollo físico y neurológico del niño, sino que también contiene anticuerpos que refuerzan el sistema inmunológico, especialmente crucial en comunidades rurales con acceso limitado a servicios de salud, y niveles alarmantes de inseguridad alimentaria. 

World Vision Ecuador ha implementado con éxito este modelo de gestión con enfoque comunitario centrado en la familia, articulado con actores locales y basados en la participación comunitaria activa. Esta estrategia ha permitido no solo brindar acompañamiento personalizado e integral a madres, padres y cuidadores, sino también fomentar cambios sostenibles en los hábitos de crianza y nutrición infantil. 

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Una de las principales experiencias de éxito se ha dado en los cantones Colta, Guamote y Alausí, donde, a través de procesos educativos comunitarios y consejería familiar domiciliaria, logramos que el 93 % de las madres participantes de los proyectos ejecutados, apliquen adecuadamente la lactancia materna, no solo de forma exclusiva durante los primeros 6 meses de vida, sino también complementaria hasta los 2 años del niño o niña. Esto ha sido posible gracias al uso de herramientas de levantamiento de información cualitativa y cuantitativa, que permitieron monitorear cambios de comportamiento y conocimiento antes y después de las intervenciones. 

Los beneficios de esta práctica son aún más relevantes en contextos rurales e indígenas, donde las condiciones de vida y acceso a alimentación adecuada suelen ser limitadas. La lactancia materna actúa como un escudo protector frente a la inseguridad alimentaria y contribuye en otras acciones, directamente al adecuado crecimiento lineal del niño, factor clave para evitar la desnutrición crónica, cuya consecuencia más visible es el retraso en la talla para la edad. 

La aplicación de talleres participativos, adaptados a la cosmovisión indígena local y al idioma Kichwa de la localidad, con un enfoque de género, facilitó que las madres comprendan los múltiples beneficios de la lactancia materna: desde el fortalecimiento del sistema inmunológico del bebé, la prevención de enfermedades y la mejora del vínculo afectivo madre-hijo. Este modelo, que articula la sabiduría ancestral con conocimientos técnicos, ha demostrado que el involucramiento de padres, líderes comunitarios, promotoras de salud y familias en general es clave para lograr resultados sostenibles. El acompañamiento cercano, la confianza construida con madres, padres y cuidadores y el respeto a las prácticas culturales han sido factores determinantes para que los mensajes de salud se traduzcan en acciones reales dentro del hogar. 

La experiencia de Chimborazo confirma que cuando las comunidades se organizan, se empoderan y reciben el soporte técnico adecuado, es posible revertir tendencias históricas de malnutrición. Fortalecer la lactancia materna desde el territorio, con pertinencia cultural y participación comunitaria, no solo salva vidas, sino que transforma generaciones.