Cuando tu hija o hijo atraviesa la etapa de la adolescencia es normal observar cambios en su comportamiento y rutinas, ya que está en una etapa en la que se cuestiona sobre sí mismo y en la que la relación con su familia, sobre todo madres, padres y hermanos es fundamental en momentos en que la inseguridad, la ansiedad y el estrés por encajar entre sus pares puede presentarse.
En este artículo aprenderás a reconocer 4 señales tu hija o hijo adolescente puede enviar para pedir más atención de tu parte.
Señal 1: Bajo rendimiento escolar
De acuerdo con el portal Pediatría Integral, el bajo rendimiento escolar en la adolescencia puede ser producto de varios factores:
- personales (capacidades intelectuales, factores psicológicos y afectivos),
- familiares (nivel educativo de los padres, tipo de apego con padres y madres),
- escolares (métodos de enseñanza inapropiados, currículo pobre y escasos recursos)
- y sociales (entorno sociocultural, redes de apoyo).
Si observas bien, como padres y madres intervenimos principalmente en 3 de estos factores que pueden causar bajo rendimiento. Esto nos indica que nuestros hijos e hijas adolescentes requieren de nuestra parte una crianza que se base en la ternura para que se sientan seguros y estables psicológicamente y puedan desarrollarse en el ámbito educativo; requieren sentir nuestro apoyo en su proceso de aprendizaje. Somos los padres y madres quienes conformamos su red de apoyo primera, la más fuerte y la más importante.
Puede servirte de ayuda responder a las siguientes preguntas: ¿Doy seguimiento a las tareas y actividades que mi hijo realiza en el colegio? ¿Estoy al tanto y asisto a reuniones que convocan sus profesores? ¿Conozco los métodos de enseñanza con los cuales mi hija aprende? ¿Refuerzo sus conocimientos con actividades e incentivos en casa? ¿Conozco a los amigos con quién mi hijo se relaciona? Si talvez tus respuestas a estas preguntas fueron NO, es importante que te involucres mucho más en el proceso de aprendizaje de tu hijo o hija, ya que, además de acercarte a él o ella, garantizarás que sienta tu apoyo en su proceso.
Señal 2: Aislamiento
Cuando nuestros hijos e hijas son niños inician sus primeras interacciones sociales con otros niños o mediante la observación. Estos momentos les ayudan a alcanzar relaciones sanas con otros niños, aprender a comunicarse y expresar lo que sienten o quieren, gestionar las emociones, mostrar empatía, entre otros. Durante esta primera etapa somos los padres, madres y la familia cercana la que actúa como medida de aprendizaje. Sin embargo, cuando llegan a la adolescencia, la familia pasa a un segundo plano y son los amigos y el sentimiento de pertenencia al grupo los que ocupan un papel principal en el desarrollo del adolescente.
El cierre de las escuelas y el distanciamiento social impuesto debido a la aparición de la covid-19 puede representar un estancamiento o retraso en el desarrollo de las habilidades sociales de tu hijo o hija adolescente, perjudicando el proceso evolutivo natural para el establecimiento de su personalidad. Pero hay situaciones, que pudieron ser anteriores a las medidas impuestas por la pandemia, en las que notaste que tu hijo o hija se aisló voluntariamente. Esto es normal en ciertos momentos, porque requieren espacios propios, pero deja de serlo cuando este aislamiento es frecuente, sucede todo el tiempo o por tiempos prolongados. Es aquí cuando debes prestar atención. Cuando observes esta situación frecuentemente, te recomendamos:
- Te compartimos esta guía sobre cómo fortalecer las habilidades blandas de tu hija o hijo adolescente para que pueda desarrollar asertividad, autocontrol, empatía, comunicación, resolución de conflictos. Habilidades que facilitarán su interacción.
- Si tu hija o hijo necesita estar solo/a dale tiempo y espacio, pero hazle saber que siempre estás allí para lo que necesite.
- Propicia el esparcimiento dentro de casa, así habrá una mejor actitud en todos los miembros de la familia.
Señal 3: Trastornos alimenticios
Como vimos en un artículo anterior, hay una estrecha relación entre la alimentación y el desarrollo cognitivo. Una buena nutrición es indispensable para que nuestros hijos e hijas crezcan sanos y fuertes. Además de ser sinónimo de energía para correr, saltar, también es indispensable para que desarrollen su inteligencia y sean más productivos en la adultez. Pero ¿qué pasa cuando tu hija o hijo adolescente tiene cambios repentinos en su alimentación?
Los trastornos alimenticios son afecciones graves relacionadas con conductas alimentarias persistentes que tienen una repercusión negativa sobre la salud, las emociones y la capacidad de funcionar en áreas importantes de la vida. Los trastornos alimentarios más comunes son la anorexia nerviosa, la bulimia nerviosa y el trastorno alimentario compulsivo. Las causas por las que pueden darse son: presión por la delgadez como aspiración de la cultura moderna, problemas psicológicos y emocionales como la ansiedad o la participación en actividades que valoran la delgadez, como el ballet o algunos deportes.
Algunas de las señales que te muestran que alguno de los trastornos está presente en tu hija o hijo adolescente pueden ser:
- Pérdida de peso extrema o no hacer el aumento de peso esperado en el desarrollo
- Saltarse las comidas con frecuencia o negarse a comer
- Centrarse excesivamente en la comida
- Preocuparse o quejarse constantemente por estar gordo
- Mirarse con frecuencia al espejo para ver los defectos que se perciben
- Usar laxantes, diuréticos o enemas después de comer cuando no se necesitan
- Forzar el vómito o hacer demasiado ejercicio para no ganar peso después de un atracón
- Episodios repetidos de comer cantidades anormalmente grandes de comida en una sola sesión
- Expresar depresión, asco o culpa por los hábitos alimenticios
Como recomendaciones cuando detectes alguno de estos comportamientos mencionados, te aconsejamos tener una comunicación clara con tu hija o hijo para entender por qué actúa de esa manera; también es recomendable que la alimentación en casa procure ser saludable y equilibrada, con hábitos sanos y con variedad de alimentos para que tus hijos entiendan la importancia de alimentarse bien. Te recomendamos también actuar con ternura y fortalecer su autoestima respecto a su aspecto físico. No hagas ni permitas apodos hirientes, comentarios o bromas basadas en las características físicas, el peso o la forma corporal de una persona. Finalmente, recuérdale a tu hijo adolescente que tu amor y aceptación son incondicionales, y que no están basados en su peso o apariencia. Te compartimos un test de Ternurarte en el que puedes analizar cómo es la alimentación de tus hijos e hijas.
Señal 4: Agresividad
Las disputas y los desacuerdos son frecuentes en la vida familiar de un adolescente. Pero en algunas familias estas discusiones van mucho más allá debido a la agresividad. Muchos padres y madres sienten que han fallado en la educación y control de sus hijos por lo que se sienten responsables de ese comportamiento. Cualquier tipo de conducta agresiva puede ser muy estresante y pueden llegar a causar una atmósfera de tensión y miedo en la familia. Por eso es muy importante pedir ayuda a tiempo. Hay numerosas técnicas y consejos que te pueden ayudar a superar esa fase, te mencionaremos algunas tomadas desde el blog Psicología Online:
- Recuerda que tu postura corporal no debe ser agresiva: por ejemplo, puede ser mejor mantener tu voz en un tono bajo evitando gritar en vez de mirarlo de forma desafiante.
- Intenta ser un modelo a seguir para tus hijos: si comienzas a gritar en exceso no puedes esperar que tu hijo adolescente se mantenga tranquilo y discuta de forma razonada. Debes mantener la calma siendo un modelo a seguir. De esta forma eres coherente con aquello que le pides. Si es necesario, aléjate de la situación hasta que te tranquilices y puedas hablar de forma calmada.
- Emplea un lenguaje menos desafiante cuando te comuniques: por ejemplo, cuando llega tarde intenta decirle “Es mucho más tarde de lo que me esperaba. Me he preocupado por ti.”
- No cedas a los gritos y la agresión: ceder ante la agresividad de tu hijo reforzaría ese tipo de conductas.
- Pide ayuda: si tu hijo admite que tiene un problema y desea que le ayuden, acude a un especialista. Algo esencial en terapia es que sea la propia persona la que plantee la necesidad de ayuda y la motivación para producir un cambio.
Conclusión
Nuestros hijos e hijas adolescentes siempre dan señales de que requieren más atención y ternura de nuestra parte. Al considerar que es una etapa difícil por la que atraviesan, te invitamos a ponerte en sus zapatos por un momento, o a recordar cuando tuviste su edad y apoyarlo en las dificultades que se le pueden presentar.
¿Quieres a tus hijos? Seguramente tu respuesta será que sí, pero ¿él o ella se siente amado? Esa es la respuesta clave que debemos conocer como padres y madres para acompañar su crecimiento. Te invitamos a fortalecer la relación con tu hija o hijo adolescente y ser su confidente, su compañero, su amigo, seguro te lo agradecerá para toda su vida.