Dos vidas que encontraron un mismo propósito

Carlos y Daniel nacieron en Guayaquil, Ecuador. El servicio por las personas refugiadas y migrantes es el propósito que los juntó. Daniel tiene 38 años y desde 2019 es Coordinador del albergue “Resa Refugio”, un espacio dedicado la atención a familias migrantes en situación de vulnerabilidad. Carlos tiene 43 años y es la persona encargada de brindar servicios de mantenimiento en este lugar. Carlos, un ex habitante de calle y consumidor de sustancias y alcohol, llegó a Resa en 2019 por recomendación de un amigo, mientras pasaba sus noches en el Terminal Terrestre de Guayaquil. Luego de su rehabilitación y reinserción se unió a la causa de Resa y hoy trabaja de la mano con Daniel.

“El refugio ha visto días mejores” es la frase con la que Daniel puede describir la historia de Resa. En sus mejores épocas, con el respaldo de varios socios, el refugio brindó apoyo hasta a 120 personas a diario. Sus instalaciones, que en sus inicios fueron una escuela, se adecuaron completamente con el apoyo de organizaciones sociales. Sin embargo, el apoyo ha disminuido con el paso de los años y el paso de la pandemia. Las alianzas que se realizaron para atender a personas en movilidad humana atrapadas en el país por el cierre de fronteras dejaron de estar vigentes.

“Desde 2022 dejamos de recibir apoyo público y enfrentamos problemas económicos para sostener el albergue. Es así que desde mayo de ese año sólo atendemos a población migrante por la alta vulnerabilidad que tienen para gestionar su integración. Llegan a un país nuevo y diferente culturalmente, trayendo sus pocos o nulos ahorros, viven xenofobia, duermen en las calles, se exponen a muchos riesgos para obtener comida”, comenta Daniel.

En este momento, el refugio atiende entre 15 y 45 personas a diario, y su enfoque principal está en los grupos familiares con niñas, niños y adolescentes. Sin embargo, los retos actuales son muchos y han despertado la creatividad de Carlos y Daniel para generar nuevas fuentes de autogestión para continuar dando el apoyo.

World Vision Ecuador, a través de su Respuesta Multipaís Esperanza Sin Fronteras, aportó con su ayuda para las familias de Resa. A través de un diagnóstico, identificación de casos, visitas frecuentes y seguimiento, 70 familias recibieron apoyo psicosocial para mitigar los efectos de procesos de migración irregulares, la exposición a violencia, el estrés de procesos de integración difíciles entre otros. También, Esperanza Sin Fronteras entregó al refugio instrumentos de cocina y ropa de cama; además de tarjetas de efectivo para la compra de alimentos y así promover alimentación saludable y nutritiva a las familias.

El proceso de seguimiento y evaluación ha permitido caracterizar las principales problemáticas que afectan a las familias que hacen uso de los servicios del refugio. La mayor parte de ellas son familias recién llegadas al país o de paso, quienes al llegar al terminal terrestre de Guayaquil reciben apoyo y la posibilidad de permanecer en el refugio entre 15 hasta 30 días, dependiendo su caso. Muchas de las familias a las que se atiende tienen jefatura femenina o son núcleos ensamblados con familia ampliada.

Una de las dificultades más grandes que enfrentan las niñas y niños que pasan por este refugio son los largos periodos fuera del sistema educativo, debido a que son familias en tránsito y no permanecen mucho tiempo en el país.

“Entre nuestros esfuerzos, nos hemos vinculado a una organización que financia insumos de vivienda y alimentación para que una vez que las familias dejen el refugio, tengan esperanza para vivir en el país. Sin embargo, el 80% de ellas decide continuar su viaje hacia Perú o hacia Estados Unidos. No logramos aún que decidan vivir en Ecuador”, señala Daniel.

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En cuanto a salud, las familias llegan con problemas de alimentación, con pocas prácticas de higiene y presentan afectaciones en su salud mental, principalmente ansiedad. Este fenómeno lo corrobora un reciente estudio de salud mental liderado por World Vision Ecuador junto al Consejo Nacional de Movilidad Humana, que revela que el 74% de personas migrantes consultadas enfrenta estrés, ansiedad y depresión.

Estas evaluaciones permiten al equipo técnico de World Vision, ampliar el apoyo que recibe el refugio, considerando priorizar desarrollo de capacidades para Daniel y Carlos sobre rutas de protección y denuncia, alimentación nutritiva, desarrollo de actividades lúdicas y formativas para niñas y niños, generación de planes de vida para la integración, entre otros conocimientos que mejorarán los servicios entregados en este refugio y que puedan despertar el interés de más socios.

El albergue se ha conformado como una comunidad, donde las familias aportan también para complementar la alimentación a través de su trabajo o ahorros, mientras permanecen en el país. Carlos ha recibido formación en Gastronomía y ahora administra y prepara los alimentos del albergue, es parte de su contribución a este lugar donde recibe apoyo y sirve. Este lugar es su vivienda y su hogar; y también es el lugar en el sueña en grande, deseando que el refugio pueda ampliar su capacidad y sus servicios para más familias que deciden buscar un cambio en su vida, como él alguna vez esperó en la suya.

Desde 2019 “Esperanza sin Fronteras”, la Respuesta Multipaís a la Crisis Migratoria de World Vision que está presente en siete países de la región y con proyectos especiales en las zonas de alto riesgo migratorio en América Latina y el Caribe, ha alcanzado a más 1,9 millones de personas en situación de movilidad. La Respuesta Multipaís trabaja con enfoque en Seguridad Alimentaria, Protección, Integración Socioeconómica y Salud Mental con personas refugiadas, migrantes y de poblaciones de acogida para promover una inclusión integral y sostenida en el continente. Para conocer más sobre “Esperanza sin Fronteras” visita nuestra web: https://home.worldvisionamericalatina.org/asuntos-humanitarios-y-emergencias/crisis-migratoria/