<img height="1" width="1" style="display:none" src="https://www.facebook.com/tr?id=509041493238819&amp;ev=PageView&amp;noscript=1">

Vivir, soñar y resistir: la mirada de Mateo sobre su niñez"

Kiara Vargas
Jun 25, 2025 10:15:00 AM

Mateo tiene 10 años y vive en Monte Sinaí, Guayaquil. Comparte su hogar con su madre, su padrastro y tres hermanos. Desde que nació ha vivido en esta comunidad, a la que ya siente como su lugar en el mundo, aunque no siempre se sienta seguro en ella. 

Un día típico para Mateo empieza temprano: se levanta, desayuna, y comparte el tiempo con sus hermanos. Cuando va a clases, camina unas pocas cuadras desde su casa. Le gusta caminar hasta allá. Su materia favorita es Matemáticas, porque le resulta fácil y le gusta resolver problemas. 

En casa, Mateo también tiene responsabilidades. Ayuda a su mamá lavando los platos, barriendo y, a veces, arreglando la ropa. A pesar de sus tareas, siempre encuentra momentos para jugar con sus hermanos, usando carritos o los juguetes de cocina de su hermana. Sin embargo, no puede hacerlo todos los días ni como quisiera. Juegan afuera solo cuando hay un adulto en casa y, aun así, deben tener cuidado: no hay un parque cercano y a veces las motos que pasan cerca los obligan a entrar a casa. 

Aunque se siente amado por su familia, Mateo a veces se siente triste cuando nadie lo escucha o cuando no puede compartir con otros niños. Él dice: “Lo que más me gusta de vivir aquí es ir a la escuela, porque cuando estoy en la casa me siento solo”. Lo que menos le gusta es no tener un parque donde jugar libremente con sus hermanos. 

En cuanto a su salud, Mateo asegura que se siente bien, pero reconoce que no hay un centro de salud muy cercano y que, cuando se siente mal, su mamá suele cuidarlo en casa. Accede al agua a través de tanques y, aunque su comida favorita es arroz con pescado, no siempre puede disfrutarla. 

Mateo sabe que tiene derechos. Gracias a la escuela y a los talleres de World Vision, ha aprendido que tiene derecho a estudiar, a la salud, a una identidad y a jugar. Le gusta participar en los talleres y compartir con sus amigos. Siente que muchos de sus derechos se cumplen, pero también reconoce que hay momentos en los que no se siente del todo escuchado. “Una vez me sentía mal y alguien me escuchó, no me acuerdo si fue mi mamá o mi hermana menor”, recuerda con algo de duda.   

Como muchos niños, Mateo también tiene sueños. Quiere ser piloto cuando sea grande, aunque no está seguro de poder lograrlo. Sin embargo, no pierde la ilusión. “A veces no sé si se puede, pero todavía me gustaría serlo”, dice. 

Si pudiera cambiar algo de su entorno, pediría un parque para jugar con sus hermanos y con otros niños del barrio. También pediría a las autoridades que escuchen a la niñez: “Que entiendan que nuestros derechos también deben cumplirse”. 

A otros niños, Mateo les deja un mensaje lleno de esperanza: “Ser niño es bonito. A pesar de la inseguridad y las dificultades, podemos jugar, estudiar y ser felices. Y buscar ayuda cuando nos sintamos solos.” 

IMG_4417_11zon