Una de las tareas más difíciles de ser madre o padre es reprender a nuestros hijos e hijas cuando sus comportamientos no son los esperados o no están dentro de las normas familiares. Seguro te preguntarás, ¿cuál es la mejor forma de hacerlo? No hay fórmulas mágicas y es una pregunta que seguro mucho adultos nos hacemos. En este artículo aprenderás 5 recomendaciones para reprender a tus hijos e hijas sin el uso de violencia física ni psicológica.
¿Qué implica reprender?
Implica corregir comportamientos que consideramos no adecuados en nuestras hijas e hijos. Reprender no debe ser sinónimo de violencia ni castigo, es observar un comportamiento que no es el que esperamos junto a nuestra hija e hijo. Tampoco significa hacerlo sentir culpable por esa acción, sino hacerle reflexionar respecto a las consecuencias que puede tener lo que decidieron hacer. Siempre el diálogo será la mejor forma de educar a niñas, niños y adolescentes. Pero cuando lo hacemos, debemos tener en cuenta una serie de recomendaciones y enfoques que aprenderás en este artículo.
¿Debemos castigar a nuestras hijas e hijos?
Los castigos fueron parte de la educación de muchas generaciones cuando niñas y niños. Y para muchos, seguramente son la única forma de enseñar sobre las consecuencias y ahora lo repiten con sus hijas e hijos; pero, no es la única ni la mejor forma que existe.
¡Detente aquí un momento! Cuando dijimos que no era la única forma de enseñar a niñas, niños y adolescentes las consecuencias, es porque hay una forma actual de educar que puede funcionar como alternativa al castigo: la crianza con ternura. Este tipo de educación se pregunta si somos felices, si sabemos generar bienestar y si somos conscientes de nuestra interrelación con los demás y con el mundo que nos rodea. El terreno de aprendizaje de la ternura es la vida, y la encarnación de los saberes construidos en la relación entre el niño, la niña y los adultos significativos que los aman. Al fomentar una crianza con ternura enaltecemos nuestros valores y los de nuestros hijos e hijas. Nos libramos de violencia física y psicológica y abrimos espacio para emociones positivas como el amor y la ternura.
¿Entonces cómo educarles en consecuencias? Según el psicólogo y pedagogo estadounidense Edward Thorndik, pionero de la psicología del aprendizaje: “una conducta seguida de una consecuencia agradable tenderá a reforzar la asociación entre la consecuencia y el estímulo, mientras que si es seguida de una consecuencia aversiva, tenderá a debilitar dicha asociación”. Esto quiere decir, que podemos reforzar los comportamientos positivos de nuestros hijos, en lugar de poner más atención a los negativos. Esto provocará que nuestras hijas e hijos asocien ciertos comportamientos a formas positivas de actuar y comportarse.
5 Recomendaciones
- Reglas claras, límites claros
Cada familia establece sus normas de comportamiento y actuación acorde a sus creencias, cultura y hábitos. Es importante que tu familia tenga reglas claras de comportamiento para niñas, niños y adolescentes. Estas normas pueden ir cambiando acorde al crecimiento de nuestras hijas e hijos o pueden corresponder a cambios de hábitos y rutinas. Algunas ideas de normas claras pueden ser:
- Horas para dormir.
- Actividades permitidas dentro de casa.
- Tareas y responsabilidades de niñas y niños en casa: tender la cama, arreglar su ropa.
- Tareas y responsabilidades de adolescentes en casa: apoyo en la limpieza, lavar su ropa.
- Horarios de llegada y permiso para salir de hijas e hijos adolescentes.
También es necesario que entre madres y padres nos pongamos de acuerdo con las medidas que serán tomadas cuando se presenten episodios de mal comportamiento. Esto es muy importante, en especial, para padres separados. Cuando nuestras hijas e hijos tienen claras estas y otras normas, también conocerán los límites establecidos en casa y eso facilitará su comportamiento orientado hacia esas normas en la familia, pero también debemos ser moderados con el número de reglas. En este artículo puedes revisar más recomendaciones para reprender a tus hijos e hijas a través del diálogo.
- Buen ejemplo y lenguaje positivo
Cuando ponemos reglas en casa, debemos cumplirlas también nosotros. Nuestras hijas e hijos imitan nuestros comportamientos, y si ellas y ellos ven que tú no cumples las normas de la familia, ¿por qué deberían hacerlo ellos? El buen ejemplo en casa es fundamental como método de enseñanza, no solo de normas y reglas, sino de todo lo que queramos enseñar a nuestras hijas e hijos.
La forma en la que nos comunicamos también es un ejemplo de cómo tratamos a las personas y cómo queremos ser tratados. El lenguaje positivo con nuestras hijas e hijos se expresa en palabras de cariño, afecto y apoyo y esto se convierte en soluciones hacia problemas o comportamientos. Por ejemplo, cuando van mal en alguna materia de la escuela, el camino no es castigarlo por sus malas calificaciones, sino animarlo a que mejore sus notas, cambiar sus rutinas de estudio, enfocar más tiempo en esa materia. Seguramente sus calificaciones mejorarán cuando abordamos el problema desde la solución, desde lo positivo.
- Reprender sin afectar su autoestima
Muchas veces nos pasa que cuando observamos un comportamiento que no consideramos adecuado o parte de las reglas de la casa, tendemos a calificar a nuestros hijos. “Malcriado”, “desobediente”, “siempre eres así”, “nunca haces caso” son palabras que pueden afectar el autoestima de nuestras hijas o hijos; además que son juicios que realizamos de forma negativa (¿recuerdas que ya hablamos de la educación positiva?). Repetir
- Analizar las razones del comportamiento
Cuando nuestra hija o hijo tiene un comportamiento que consideramos inadecuado, es bueno que, como padres y madres, nos pongamos en su lugar. Debemos analizar cuáles son las posibles razones que pudieron llevarlo a tener ese tipo de conducta. Al hacer esto, estamos aplicando la empatía y podemos abordar las causas del comportamiento, no las consecuencias. Un bebé puede lanzar cosas porque tiene una necesidad no cubierta, como estar mojado o tener hambre. Un niño tiene una rabieta o un adolescente es rebelde, seguramente, porque también tiene necesidades no cubiertas. Solo que en vez de un pañal mojado, lo que les puede faltar es nuestro afecto, comprensión o atención.
- Reparar la acción o comportamiento
Niñas, niños y adolescentes deben saber que frente a un comportamiento o acción que no estuvo bien, debe haber una forma de resolver o remediar lo dicho o hecho. Por lo tanto, lo que hizo mal debe volverlo a hacer de la forma correcta. Por ejemplo, el niño tiene que pedir perdón a la persona a la que lastimó, tiene que resarcir el daño en la medida de sus posibilidades y de su edad.
En este video verás la importancia de los refuerzos positivos en la educación de niñas y niños:
Conclusión
Criar a nuestras hijas e hijos es un proceso que requiere de nuestra atención, paciencia y amor en todo momento, incluso cuando sus comportamientos y acciones no encajan dentro de las reglas que establecimos en familia. Una educación positiva en casa debe enfocarse en desarrollar a nivel personal a nuestros hijos, apoyando sus intereses, a través de refuerzos positivos hacia las cosas que hacen bien, felicitándoles por sus logros y apoyándoles a corregir las cosas que no están haciendo bien. Todo cambio en la educación en el hogar requiere de tiempo y que le pongamos intención. Lo puedes hacer a través de estas recomendaciones:
- Las reglas claras ayudan a niñas y niños a conocer los límites dentro de los que pueden actuar.
- Seremos el ejemplo de lo que queramos que nuestros hijos hagan o dejen de hacer.
- El cariño, afecto y apoyo lo demostramos a través de nuestros actos, pero desde nuestras palabras también. Hablar en positivo y mirar las cosas con ternura cambiará nuestra forma de ver las cosas.
- Muchas de las palabras que decimos enojados pueden herir y lastimar a nuestros hijos. Esto puede afectar su autoestima a largo plazo.
- Todo comportamiento, sea adecuado o no, tiene un origen y una razón. Saber cuál es nos ayudará a estar más conectados con nuestros hijos y abordar cambios desde su raíz.
- Todo tiene solución. Si nos convencemos de esto, podemos enseñar a nuestros hijos a pedir disculpas, a reparar lo dañado, en la medida de sus posibilidades y edad.