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Con amor y fe se transforma una comunidad: La historia de Johanna

Kiara Vargas
Jul 23, 2025 10:49:53 AM

Johanna es voluntaria comunitaria desde hace casi cinco años en Monte Sinaí. Su compromiso con la infancia y su comunidad nació de forma sencilla, y con el tiempo se transformó en una vocación profunda. “Fue algo que empezó de a poquito. Entramos pocas compañeras y ya ahorita en lo que es mi sector, ya soy líder y me siento muy, muy contenta de ayudar a los niños, de mejorar”. 

Recientemente, participó en el taller “Resiliencia comunitaria, espiritual y con propósito” de World Vision Ecuador, una experiencia que describe como “muy bonita y necesaria”. Johanna valora especialmente los espacios de formación donde se promueve el bienestar emocional, espiritual y comunitario de quienes trabajan voluntariamente por la niñez. “Fue algo muy relajante, nos ayudó a recordar cuando éramos niños, cómo nos sentíamos. Me sentí súper tranquila, relajada, recordando el amor desde la fe”. 

Durante el taller, Johanna y sus compañeras reflexionaron sobre temas esenciales como la comunicación con los niños, el manejo de emociones, la fe como motor espiritual y el trabajo con adolescentes. “Muchas compañeras lloraron porque tienen sentimientos encontrados, ya de una u otra forma por los problemas que a veces tienen en casa y no lo pueden resolver fácilmente”. Estas dinámicas permitieron que el grupo no solo fortaleciera sus conocimientos, sino también sus vínculos emocionales. 

Uno de los ejes que más impacto causó en Johanna fue el trabajo sobre las promesas hacia los niños, especialmente el patrocinio. “Es algo satisfactorio ver cuando un padrino le manda una cartita a un niño y ver cómo ellos los leen felices, y también cómo las responden, haciéndoles preguntas a los padrinos”. En su grupo, trabajaron estrategias para explicar este proceso a los niños, guiándolos en la escritura, toma de fotos y grabación de videos que se envían a los padrinos y madrinas de todo el mundo.  

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Johanna destaca que estas capacitaciones no solo mejoran el trabajo con la niñez, sino que también fortalecen el compromiso y el sentido del voluntariado. “Nos ayudó bastante a que nosotros nos sintamos bien con nosotros mismos, porque después de eso, podemos dar siempre lo mejor hacia los demás niños”. 

Ella cree firmemente que el voluntariado debe partir del amor genuino. “Ayudar a las personas es algo muy bonito. Sentir ese amor hacia el prójimo es la principal herramienta que debe tener una como voluntaria, porque si no amas, no puedes dar el 100%”. Además, señala la necesidad de seguir formando a los voluntarios, incluyendo la presencia de especialistas como psicopedagogos que puedan apoyar a los niños con discapacidades.  

Para Johanna, estos espacios tienen un gran valor en contextos vulnerables. “Nuestra comunidad está pasando por situaciones difíciles, como la violencia, pero eso también nos ayuda a ser más fuertes y seguir fortaleciendo, para que muchos niños y adolescentes no se pierdan”. 

Finalmente, deja un mensaje a quienes están pensando en sumarse al voluntariado: “No se desanimen, sigan, tengan ese amor hacia el prójimo, porque el voluntariado es algo súper bonito, es una satisfacción maravillosa cuando uno ayuda a un niño y lo ve feliz”. 

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