Como sabemos, la pandemia no sólo ha transformado nuestra vida, sino también nuestra forma de vivirla. El distanciamiento, el teletrabajo y el confinamiento han cambiado nuestra forma de relacionarnos, nuestras ciudades y también de cierta manera, su diseño.
De repente, las veredas estrechas resultan amenazantes, existen restricciones de paso, hay marcas en el suelo o los jardines, balcones y terrazas se han convertido en los lugares más codiciados.
Quizás hoy no lo vemos, pero es necesario considerar la transformación futura que tendrán y que de hecho están teniendo nuestras ciudades. Muchos de estos cambios, irán desde la construcción hasta la movilidad urbana. Las redes de transporte que antes de la pandemia eran una solución para preservar el ambiente y evitar el tráfico, ahora son vistas como focos de infección. Y, la arquitectura moderna tiene/tendrá más que ver con la defensa de la salud.
Según el profesor de urbanismo de la Universidad San Pablo de Madrid, las primeras leyes urbanísticas nacieron en el siglo XIX para controlar enfermedades infecciosas, es decir, allí nace la necesidad de aumentar el tamaño de las viviendas, que tengan mayor ventilación y más luz.
El sociólogo estadounidense Richard Sennet considera que el concepto de la “ciudad de 15 minutos” que se desarrolla en París, quizás sea una solución para la movilidad post pandemia. Una ciudad en donde es posible ir a pie o en bicicleta a los centros de trabajo o compras sería lo ideal. Esto quizás no estaría al alcance de la mayoría de ciudades rurales en donde los lugares de trabajo o colegios están alejados. Sin embargo, es importante conocer hacia donde debe evolucionar el concepto de movilidad.
Sigue siendo incierto por cuanto tiempo tendremos que convivir con el virus. Sin embargo, a medida que la respuesta a la pandemia avanza es necesario explorar cómo podemos aprovechar esta crisis para lograr un cambio positivo en las ciudades.