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Una nueva vida, una nueva voz: La historia de Zaholy

Kiara Vargas
May 8, 2025 9:57:59 AM

Hace cinco años, Zaholy y su mamá emprendieron un viaje que cambiaría el rumbo de sus vidas. Dejaron Venezuela en busca de una oportunidad para vivir con dignidad, alejándose de un contexto marcado por la crisis económica, la falta de acceso a la educación y las dificultades para alimentarse adecuadamente. En ese entonces, Zaholy tenía apenas 10 años y su madre, Whitney Suárez, tomó la difícil decisión de migrar a Ecuador junto a su hija, en busca de un futuro mejor. Hoy, Zaholy es una adolescente de 15 años que vive en Guayaquil con su madre, su padrastro y su hermano menor de 4 años. Sus ojos transmiten la esperanza de quien ha encontrado nuevos caminos, pero también reflejan la valentía de quien ha superado muchas pruebas.

Fue Whitney quien impulsó este cambio. Ella sabía que quedarse en Caracas significaba renunciar a los sueños de sus hijos “Salimos por la educación y la alimentación. Queríamos mejorar nuestro futuro”, recuerda. La decisión de migrar fue urgente, y aunque el camino fue incierto, estaban dispuestos a intentarlo. Al llegar a Guayaquil, la pandemia del COVID-19 acababa de comenzar, lo que hizo aún más difícil el proceso de adaptación. "Fue complicado porque no conocía a nadie y nos tuvimos que mudar varias veces por el trabajo de mi mamá", relata Zaholy. Además, el miedo al contagio los llevó a tomar medidas estrictas. “Nos alejábamos cuando alguien salía a comprar, para no enfermarnos”, dice.

Según datos de World Vision Ecuador, más de 25 niños, niñas y adolescentes migrantes entre 9 y 24 años participan en espacios de formación y liderazgo juvenil, como la red "Voces fuertes para oídos sordos", de la que Zaholy forma parte. Esta red se ha convertido en un espacio seguro y de crecimiento para jóvenes migrantes que buscan defender sus derechos y ser parte activa de sus comunidades. Zaholy cuenta “al principio era muy reservada, pero estos espacios me ayudaron a desenvolverme y a relacionarme con otros jóvenes, ahora puedo hablar con personas que no conozco, enseñar y también aprender", afirma con una sonrisa. Ha participado en talleres de derechos humanos, primeros auxilios, manejo de emociones y movilidad humana. “Nos enseñan cosas que uno como niño debería saber, como ayudar a alguien que se está ahogando o conocer nuestros derechos”, explica.

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Por su parte, Whitney también encontró oportunidades para reinventarse. En Venezuela, ella elaboraba moños, pero solo contaba con una máquina pequeña. Gracias al proyecto Esperanza sin Fronteras, recibió una máquina overlock industrial que le permitió ampliar su producción y abrir su propio taller de costura, al que llamó Creaciones. “Gracias a la capacitación que recibí, pude mejorar mi emprendimiento y generar ingresos para mi familia”, comenta Whitney, quien ahora forma parte de la red de mentoras del proyecto, ayudando a otras mujeres migrantes a salir adelante.

El proceso no ha sido sencillo. A pesar de las oportunidades encontradas en Ecuador, la familia vive en Guayaquil, una ciudad que enfrenta altos índices de violencia. “Nos asustamos cuando vemos las noticias. Da miedo salir o que algún familiar esté en la calle y le pase algo”, admite Whitney. Sin embargo, el deseo de seguir adelante y brindar un mejor futuro a sus hijos es más fuerte que cualquier temor.

La historia de Zaholy y su familia muestra cómo las personas migrantes, con el apoyo adecuado, pueden contribuir de manera significativa al desarrollo de las comunidades que los acogen. La red juvenil en la que participa Zaholy promueve la participación de los adolescentes y jóvenes migrantes en procesos de incidencia y toma de decisiones, brindándoles herramientas para defender sus derechos y construir propuestas de cambio. A través de estos espacios, Zaholy ha logrado convertirse en un referente para otros adolescentes migrantes. “Si yo pude, ellos también pueden, ahora no solo me capacito, sino que también capacito a más personas como yo”, afirma.

En los últimos años, World Vision Ecuador ha promovido la inclusión social, la capacitación laboral y la protección de derechos de cientos de personas migrantes, facilitando redes de apoyo comunitario que transforman vidas.

Zaholy, Whitney y muchas otras familias han demostrado que, con oportunidades y acompañamiento, es posible salir adelante. Su historia invita a seguir sumándose a esta causa, para que más niños, niñas, adolescentes y familias migrantes encuentren un espacio donde puedan desarrollarse plenamente y construir un futuro lleno de esperanza.

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