Janire tiene 32 años e ingresó a Ecuador por autobús en agosto de 2019. Salió desde Venezuela con su hija Libertad, de 11 años. Vino con dinero prestado para poder pagar el viaje. Sin embargo, antes de dejar su país, gastó todo ese dinero porque tenía que pagar por los sellos de salida por ir con su hija menor de edad. Para ella la opción siempre fue seguir el proceso regular de salida y de entrada para tener mejores oportunidades de iniciar. Llegó a Manta, comiendo varios días desde un kit de alimentos que le regalaron en la frontera.
“Mi estancia ha sido un poco dura, porque venir a un país con diferente cultura, si fue un choque cultural para mí. Desde que estoy aquí he buscado las maneras de salir adelante. Al inicio dormía en el suelo, pero dejaba a mi hija durmiendo en la casa de una señora para que no durmiera conmigo en el piso. Además, tuve que enfrentarme a varias enfermedades por vivir en esas condiciones, me dio COVID, vendí periódicos, pero sea como sea salí adelante por mi hija”, relata Janire.
Poco tiempo después, Janire conoció un hombre que se convirtió en su pareja y con quien tuvo su segundo hijo Jonás. Sin embargo, ella es una sobreviviente de violencia basada en género. Vivió violencia psicológica y física. “Es algo que marcó mi vida con un antes y un después”. Actualmente cuenta con su emprendimiento de objetos tejidos y se dedica al cuidado de niños para poder sostener su situación económica.
Su idea de negocio nace de una necesidad, siempre encontró una pasión y vocación en el tejido, pero lo veía como un pasatiempo. Lo que hacía lo regalaba. Solo cuando su situación cambió al llegar a Ecuador, empezó a ver esta habilidad de tejer como un medio de sustento económico.
La situación que le llevó y le motivó a emprender, fue quedarse sola con 8 meses de embarazo junto a su hija Libertad. Poco a poco, le salieron oportunidades para participar en ferias de comercialización. En 2023 estableció formalmente su negocio. “Mi aspiración a futuro es poder motivar a otras personas a emprender, dar clases de macramé y que este bello arte se convierta en una razón de salir delante de más personas”, comenta Janire.
Janire conoció a World Vision en una de las ferias de emprendimientos que impulsa la organización. Se inscribió en el proceso formativo de emprendimiento de “Esperanza sin Fronteras” con enfoque de género e innovación digital. Junto a ella, 99 personas se formaron en Guayaquil, y 123 en Manabí.
Al finalizar este proceso, participó en el concurso de capital semilla con su idea de negocio para acceder a un incentivo económico que pudiera darle la oportunidad de mejorar su emprendimiento. Con el capital semilla, compró material para hacer accesorios en macramé, y un dispositivo móvil que le permitiera hacer contenido de calidad para sus redes sociales y potenciar la marca de su emprendimiento.
Te puede interesar: Dos vidas que encontraron un mismo propósito
Le encanta poder dedicar mucho tiempo a sus dos hijos. Lo importante de su emprendimiento y de poder haber innovado hacia ventas virtuales es que le ha permitido trabajar desde casa, cuidar de sus hijos y hacer todo lo que ama. “Me siento muy agradecida con Dios por los apoyos que recibí, destaco el trato empático y humano que recibí de World Vision desde el día que me conocieron”, comenta Janire.
Su meta es seguir ahorrando para potenciar su emprendimiento, dar clases en línea sobre tejido y ofrecer contenido gratuito en internet para que más personas encuentren en el macramé un medio de vida sostenible. “Quiero que su estancia en la tierra sea memorable, quiero trabajar en lo que me apasiona y seguir siendo mamá a tiempo completo, buscando la estabilidad para que mi familia siempre esté bien”, finaliza Janire.